Hace apenas unos meses que conozco esta firma, pero toda la parafernalia que la envuelve, me parece digna de mención.
Paseando una tarde por el Bulevard Rosa de Barcelona, me topé con su recién estrenada tienda. Llamativa, exótica y cálida, esta fue la primera impresión que me dio.
Semanas más tarde, decidí entrar y mirar mas detenidamente el tipo de objetos que en ella se exponían. Se trataba, principalmente, de complementos: bolsos, cinturones, botas… Todos ellos productos artesanos y con buenos acabados, de modo que decidí interesarme un poco más por el origen de todo aquello y me dirigí a la dependienta. Cual fue mi sorpresa cuando la mujer, me cuenta la historia de una familia de hippies viajeros, que tras recorrer parte del mundo decidió crear la firma y unir, con ella, la artesanía y los materiales autóctonos de diferentes pueblos subdesarrollados. Qué poético, pensé. Así que una vez me había tragado el cuento, quise conocer el final de tan hermosa historia. Cuatrocientos noventa y ocho euros, fue el fin del cuento y el precio del bolso que me probé.
La verdad es que no podía salir de mi asombro. No sólo por la incoherencia teatrera, sino por la hipocresía de vender un concepto de familia unida y hippie completamente alejado de lo que son realmente: unos empresarios, que compran sus materiales en mercados baratísimos, en los que la mano de obra también lo es y después venden sus productos en tiendas del Paseo de Gracia de Barcelona. Esto poco tiene que ver con el movimiento hippie, que si algo lo hizo fenómeno de rebeldía fue su filosofía contracultural.
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| Comentario y respuesta, en Facebook, sobre su tienda en Barcelona. |
