El tiempo, en el mejor de los casos, pasa y lo hace dejando
muestras de ello en todos y cada uno de nosotros.
A nadie le gusta que le hablen de la muerte, pues nos encanta
estar vivos pero parece que nos aferrásemos a la vida con condiciones, algo así
como “Quiero estar vivo, pero que no se me note el paso del tiempo”. Qué soberbia la nuestra…
Esta obsesión por permanecer eternamente joven al menos,
“por fuera” ha dado lugar a toda una industria que genera miles de beneficios,
cosa lícita y loable. Pero al hilo de esto aprovecho para lanzar al aire una
pregunta: ¿Si hubiera una crema realmente efectiva Sharon Stone tendría arrugas?
Hecha la introducción, me gustaría centrarme en una de las
consecuencias físicas del paso del tiempo: las canas. Que como viene siendo
costumbre, afecta de diferente forma a hombres y mujeres.
Las canas, que por la propia naturaleza de su origen
deberían ser algo natural, se tiñen y esconden por la mayoría de las mujeres y
algunos hombres, como si de SIDA se tratará en mitad de los 90´s. En el caso de
no hacerlo, los hombres son canosos interesantes y las mujeres unas
extravagantes.
Ser mujer y tomar la decisión de dejarse las canas supone
haber tenido un buen aprendizaje de vida y estar por encima de las exigencias
estéticas impuestas por otros, por lo que se supone una fuerte personalidad.
Más allá de otras circunstancias como el total desinterés por la imagen o la
dejadez personal.
Si se apuesta por autorizar al tiempo a que pase sin
avergonzarse por ello y dejar que las canas ocupen su lugar, es recomendable
prestar especial atención y cuidado al cabello para evitar un aspecto
desaliñado y optar por un estilismo acorde con la personalidad de cada uno, sin
miedo a la sofisticación.
Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario
Internacional, Loni Geest, cantante y compositora de Jazz o Rosa Oriol,
empresaria y dueña de Tous, son tres de las transgresoras mujeres que lucen
canas, sin renunciar a la elegancia de un estilo propio que las caracteriza.
Estar vivo es maravilloso y envejecer con dignidad también
lo es.