La corbata ha muerto, viva la corbata

La moda, las tendencias, el diseño parece privilegio exclusivo del género femenino, pues en el último siglo hemos pasado de los aparatosos faldones a las faldas livianas y cómodas en las que la largura es sólo una cuestión de gustos. Esto por no mencionar el uso del traje de baño, la liberación del corsé (aunque queda hacerlo del sujetador) y la “autorización” para llevar pantalones. En cambio poco se puede decir del atuendo masculino en cuanto a su evolución. Se ha incorporado nuevos tejidos, se ha acortado las solapas, retocado los estilos pero el traje del hombre sigue siendo El Traje y el toque de formalidad y/o solemnidad lo aporta la corbata.






La corbata, aunque reconocida como “invento” francés allá por la segunda mitad del siglo XVII, tiene en los esclavos egipcios a sus primeros seguidores ya que anudaban a su cuello un pedazo de tela simulando una improvisada corbata.
Tras este breve vistazo a la historia resulta extraño que se siga utilizando este complemento cada vez que se quiere dar aspecto de formalidad, y que además sea éste un elemento tan recurrente a nivel profesional para marcar la profesionalidad (válgame la redundancia). Por suerte la tecnología ha hecho grandes avances a lo largo de estos últimos años y lo próximo que hará será eliminar la corbata de los ejecutivos. Esto que parece inconexo con el tema que nos ocupa tiene sentido si hablamos de Steve Jobs, difunto presidente de Apple y Mark Zuckerberg, creador de Facebook. Ellos han sido los primeros en hacer sus presentaciones al mundo sin corbata. Ellos han sido los precursores, pero no se han quedado solos pues en muchas de las más importantes multinacionales tecnológicas, la corbata ha pasado a ser un objeto de tradicionalismo completamente alejado al concepto de novedad y nuevas tendencias que requiere un sector tan innovador.


La ausencia de corbata en el mundo profesional comienza a extenderse con la rapidez de la pólvora, pues hay quien le augura una pronta muerte. Los primeros en sumarse a esta plausible tendencia han sido los creativos, ahora sólo falta que el resto se apunte a la libertad de respirar sin ahogos.