Tarde de invierno con moto, en Sarrià


Post para CODI & CO.

El frío de los últimos días no puede con los que sentimos la ciudad a dos ruedas. La Belstaff, el casco, la funda CODI&CO, el scooter y no hay nada que se interponga en el camino de una tarde con amigos en el encantador Barrio de Sarrià.
Primera parada El Tomás. No hay bravas como la suyas en el mundo entero y las croquetas de jamón, son de esas que tienen sabor a madre y al morderlas sale ese vapor tan característico de la comida recién hecha. Vamos, que son como para entrar en calor. El lugar mantiene el encanto de esos sitios de toda la vida, en los que no hay desconocidos y uno se siente como en casa.

Después de una buena charla y alguna que otra ración más de la cuenta, nada mejor que un toque dulce para seguir combatiendo el frío.

Sin salir del barrio y gracias a la agilidad del scooter nos vamos a Foix de Sarriá. Una pastelería fundada en 1886 por los padres del poeta J.V. Foix y que lleva desde entonces, endulzando a los más golosos de toda Barcelona. Sus helados son antológicos aunque para una tarde de inverno mucho más recomendables sus exquisitos croissants, su famosísimo marrón glacé o incluso el milhojas con flan chino, crema y fresitas silvestres, conocido popularmente como el “postre real” por haber sido el escogido por la casa real para la celebración de la boda de su hija menor.

Endulzados y con la moto bien aparcada es el momento de guardar el casco en su funda, colgárselo y dar un paseo por sus calles. Estrechas y llenas de lugares en los que perderse, aun conservan el aire de pueblo que tanto gusta a sus vecinos y a los que nos dejamos caer, de tanto en tanto, por ellas.

La tarde en Sarrià no puede terminar sin cenar en uno de sus restaurantes. El Ken, es una excelente opción tanto si se desea una cena rápida en barra, como si se quiere algo más reposado en su pequeño comedor. Acogedor y auténtico restaurante japonés, en él hay que probar sus soberbios yakisoba y los sabrosos gyozas. Un verdadero placer para los más sibaritas.

Con una tarde como esta y tras haber disfrutado de una pequeña porción de la infinita Barcelona, solo queda llegar al lugar de descanso, quitarse el casco, guardarlo como se merece, en su funda CODI&CO y planear la siguiente tarde de invierno en moto.